Beneficios de la actividad física al aire libre en el desarrollo infantil

La infancia contemporánea se enfrenta a una serie de amenazas las cuales limitan la actividad física al aire libre. Entre ellas se encuentran: el acelerado crecimiento de las ciudades, una educación parental que evita los riesgos, las tecnologías recientes las cuales estimulan que se mantengan jugando en el interior, la constante comercialización de juguetes para niños y la presión por obtener resultados educativos a una edad cada vez más temprana. Los niños en la actualidad tienen más dificultades para acceder a oportunidades de jugar al aire libre (Brooker y Woodhead, 2012).

Además, recién acaba de pasar la pandemia por coronavirus, un evento mundial el cual generó que las familias se vieran recluidas en sus hogares por más tiempo del acostumbrado. Esta situación de emergencia de salud propició que los niños pasaran más tiempo en sus casas, lo cual limitó el contacto con la naturaleza y los beneficios obtenidos por ellos a partir de la socialización en áreas verdes.

En la actualidad, las instituciones de educación infantil pueden desempeñar la función no solo de “refugio” o guardería para los niños, sino también los proveedores de oportunidades para jugar en la naturaleza. Para algunos niños, asistir a un preescolar puede ser la única ocasión de jugar con regularidad y sin interrupciones al aire libre en un ambiente seguro (Louv, 2012 citado por Kernan, 2013).

Los beneficios que presenta el fomentar el ejercicio al aire libre cuentan con una larga historia en el pensamiento occidental. El juego en ambientes naturales es considerado más complejo, imaginativo y lúdico, si se compara con los juegos que se practican en espacios cerrados. La idea que tienen los adultos de jugar en la naturaleza suele ser idealizada, como si siempre se tratase de explorar una selva o un bosque, ir a visitar el mar o un terreno “salvaje”. Sin embargo, el contacto con la naturaleza es posible incluso para los niños que tienen pocas oportunidades de experimentar esos paseos. La naturaleza al alcance de la mano, en las zonas verdes cercanas, en los jardines de la ciudad, o en un solo árbol con ramas bajas, pueden satisfacer igualmente la curiosidad, el deseo de explorar y el espíritu aventurero de los niños pequeños (Kernan, 2013). Además, el acceso a la naturaleza puede reducir muchos de los problemas que generan las ciudades, como el impacto de abusos y descuidos, el ruido excesivo, la contaminación y el tráfico en la vida de los niños.

Asimismo, el ejercicio al aire libre juega un papel fundamental para fortalecer el sistema inmunológico de los niños. Además, para tener un sueño saludable, y hasta para el buen estado de ánimo que se caracterice por emociones positivas como la felicidad. Por esa razón, si los niños juegan más al aire libre estarán mejor preparados para enfrentar enfermedades crónicas a futuro.

La confianza en el poder del juego en la naturaleza ha sido bastante influyente en las teorías y prácticas de la educación para la primera infancia porque las actividades al aire libre brindan la posibilidad de construir una sociedad mucho más saludable y consciente de la necesidad de retomar el contacto con la naturaleza. El aire libre fomenta la salud, curiosidad y exploración de los niños.

Referencias

Brooker, L. y Woodhead, M. (2012). Ambientes saludables, La Primera Infancia en Perspectiva #8, Milton Keynes. The Open University.

Kernan, M. (2013). Jugar en la naturaleza. En Brooker, L y Woodhead, M. (2013). El derecho al juego, La Primera Infancia en Perspectiva #9. The Open University.

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